Cúpulas y tejados dorados: un esplendor que irradia en la distancia
Una cúpula dorada brillante a la luz del sol o al atardecer es un reclamo visual y no solo consquista a los fotógrafos. Poca gente sabe que muchas de las cúpulas doradas, por ejemplo, de iglesias o mezquitas, brillan desde hace siglos. El secreto del brillo duradero: el pan de oro. Ninguna otra superficie demuestra tal durabilidad. Las cúpulas y los tejados son el mejor ejemplo de la gran resistencia del pan de oro: incluso en condiciones ambientales adversas como la lluvia, el viento, las heladas o la fuerte luz del sol, el fino revestimiento de oro no pierde su brillo.
Pan de oro en el exterior en cúpulas y tejados
El pan de oro es extremadamente resistente al sol, al agua, al viento, a la intemperie, a las fluctuaciones de temperatura y a la mayoría de las condiciones meteorológicas. El mayor enemigo del dorado es el contacto mecánico de la mano del hombre; sin embargo, a grandes alturas esto no es un peligro real para las cúpulas doradas. Debido a la temperatura, es importante tener en cuenta que las cúpulas y los tejados dorados no necesitan una capa protectora en el exterior. El brillo de una cúpula dorada a la luz se pierde con una capa de barniz y la durabilidad del dorado también se acorta considerablemente. Debido a las diferentes temperaturas de la zona exterior, la mezcla se expande en verano y se contrae de nuevo en invierno. Esto hará que la capa de recubrimiento comience a crujir. Al cabo de unos años, el barniz con el dorado se desprende de la mezcla y se desgasta por el viento y la intemperie.